¿Comer carne produce cáncer? ¿es malo para la salud? ¿qué efectos tiene?
Hubo un tiempo en el que comer sano era cuestión de sacrificio, voluntad y decisión; hoy en día, sin embargo, es una cuestión de fe. Resulta imposible saber qué comemos, si será bueno o malo, y por supuesto qué efectos tendrá para nuestra salud. Los alimentos que ingerimos son cualquier cosa menos naturales, por muy sanos que parezcan; otros en cambio, saltan a la vista, y a nadie debería extrañarle a estas alturas que su ingesta esté relacionada con todo tipo de enfermedades. Esto es la «junk food», o comida basura, y tal apelativo no es objeto de ningún capricho. Sin embargo, que la OMS lance una alerta de tipo alimenticio no es algo que debamos tomarnos a la ligera; si ellos lo dicen, es que algo está sucediendo. ¿Y qué dice la OMS? Pues ni más ni menos que el consumo de carnes procesadas, y quizás las rojas con una alta probabilidad, están directamente relacionadas con varios tipos de cáncer.
Todo parte de un estudio realizado por la IARC (Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer), y en dicho estudio se concluyó que el consumo de carnes procesadas produce cáncer colorrectal; y en lo que respecta a las carnes rojas existe la posibilidad de que sean carcinógenas, pudiendo ser responsables de cáncer colorrectal, páncreas o próstata, aunque las evidencias no sean tan inequívocas como en el caso de las carnes procesadas. Según los estudios realizados la ingesta de 50 gr/día de carne procesada aumenta el riesgo de padecer un cáncer colorrectal en un 18%, lo cual es un dato muy serio a tener en cuenta.
De las «Vacas Locas» a la «Carne Procesada»
La noticia saltó a los medios el pasado día 26 de octubre de 2015, y su impacto en la opinión pública fue absoluto. Las más afectadas, de primeras, son las empresas del sector, que ven peligrar su fuente de ingresos, y, en segundo lugar, el consumidor, que ya no sabe a qué atenerse, que ya duda de todo. Recordemos…, que si las grasas trans o hidrogenadas, que si el pescado tiene mercurio, los cereales transgénicos, el uso de herbicidas en la agricultura, el material plástico de las botellas de agua…, y así muchos otros casos, hasta remontarnos al más mediático de todos «Encefalopatía Espongiforme Bovina» (Enfermedad de las Vacas Locas), que causó graves pérdidas en el sector ganadero y que supuso la puesta en escena de una gravísima enfermedad por comer carne infectada: «Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob».
¿Qué es la Carne procesada?
La alerta de la OMS puede resultar un poco confusa, pues no todo el mundo entiende o tiene claros estos conceptos. Por carne procesada nos referimos a aquella que ha sido sometida a algún proceso de transformación, como es la fermentación, salazón, curación o ahumados. Estas carnes suelen ser de cerdo o vacuno, y los formatos tradicionales en que se consumen son las salchichas, fiambres, cecina, chorizos o jamón serrano. Aunque la alerta de la OMS no señala directamente a la carne de hamburguesa, ésta también está incluida.
¿Qué es la carne roja?
Pues bien, la carne roja es toda aquella que provenga del músculo de un mamífero, ya sea cerdo, vacuno, caballo, o cordero, entre otros muchos. Se dice que esta tipo de carne es más roja que la denominada carne blanca por la presencia de mioglobina. La carne blanca, en contraposición, es aquella que no procede de mamíferos, sino de aves, como el pollo o el pato, pero con algunas excepciones, como es el caso del avestruz, que sí está considerada como carne roja.
¿Debo dejar de comer carne? ¿Por qué la OMS nos alerta?
A no ser que seas vegetariano, esta pregunta seguro que estará rondando tu cabeza, y la respuesta es evidente. Debes controlar su consumo. La carne no produce cáncer, sino su consumo en exceso, sobre todo aquellas que ya de por sí no tienen cabida en una dieta saludable, como son el bacon, las hamburguesas y derivados. La carne es una fuente importante de minerales (hierro), vitaminas (grupo b), y proteínas, por lo que no debemos suprimirla de nuestra dieta.
La carne procesada es la que está en ojo del huracán, y la que sí que debemos limitar al máximo posible, algo difícil de entender en una sociedad gastronómica como la española, donde el jamón serrano es toda una seña de identidad. El problema lo tenemos en el proceso de curación, que produce sustancias químicas asociadas con el cáncer, como el óxido nitroso y los hidrocarburos aromáticos policíclicos. Otro aspecto a tener en cuenta es la forma de cocinar la carne, donde debemos evitar que se queme fruto de las altas temperaturas (parrillas, barbacoas).
El cáncer es una terrible enfermedad que va en aumento, y no porque la esperanza de vida sea cada vez mayor, lo cual sí es una razón, sino porque cada vez más gente joven también lo padece. Estamos continuamente expuestos a todo tipo de agentes carcinógenos propios de nuestros tiempos, y por lo que se ve las autoridades sanitarias han comenzado a tomárselo muy en serio. Una prueba de ello es el escándalo de las emisiones NOx, también conocido como el escándalo «Dieselgate» de Volkswagen, que según muchas opiniones puede ser el principio del fin de un modelo energético esclavo del petróleo, aunque esto sea mucho aventurar. El cáncer está ahí, es un problema, y la información la mejor manera de estar preparados. A no ser que volvamos a nuestros orígenes y preparemos nuestros alimentos desde cero, es decir, sembrar trigo para tener pan y esas cosas que hacían nuestros abuelos, debemos seguir acudiendo al supermercado, con la fe en una mano, y la información en la otra.