El gas radon se produce por la descomposición del uranio presente en rocas como el granito. Si tu vivienda está contruida sobre un suelo granítico, puede que tu salud esté en peligro
Ya en tiempos de los romanos, expertos como pocos en obra de ingeniería civil, se conocía la importancia de construir las casas dejando un espacio entre la superficie habitable y el suelo sobre el que se hallaban; es decir, un forjado sanitario. Es probable que los romanos no supiesen qué es eso del gas radón, pero si sabían que dejar ese espacio para que circulase el aire no solo era bueno para evitar humedades y alimañas, sino que también lo era para la salud en general. A día de hoy, unos cuantos años más tarde, el gas radón sigue siendo un asesino silencioso, el intruso perfecto, que actúa de forma lenta pero implacable. En algunos países, como Irlanda, ya se han concienciado de su presencia, y por lo tanto han adoptado las medidas necesarias; en otros países, como España, comienza a hablarse del tema, pues su directa relación con algunos tipos de cánceres, como es el de pulmón o esófago, resulta más que evidente. Aun así, todavía existe un gran desconocimiento sobre todo esto, y nadie, o casi nadie, lo tiene en cuenta a la hora de construir sus casas.
¿Qué es el gas radón?
El gas radón, que bien se le podría llamar gas ratón por su habilidad para colarse a hurtadillas en nuestros hogares, es un elemento químico radiactivo y gaseoso, cuyo símbolo es «Rn» y que pertenece al grupo de los gases nobles. Este gas, por sí mismo, no sería motivo de problema, pero no podemos decir lo mismo que algunos de sus componentes, como son el polonio 214 o el polonio 218, que sí son perjudiciales, ya que, al respirarlos, dañan el epitelio de los pulmones.
La incidencia del gas radón en nuestra salud depende del tipo de suelo sobre el que se haya construido la vivienda. Galicia, por ejemplo, es la comunidad autónoma de España que, por la composición de sus suelos, presenta un mayor índice de exposición a este gas. Esto se debe a que el gas se produce por la descomposición del uranio y, en aquellas zonas cuyo sustrato geológico sea mayormente de granito —un tipo de roca con un alto contenido de uranio—, el riesgo de exposición resulta elevado.
¿Por dónde entra el gas radón en nuestros hogares?
La incidencia o efectos del gas radón en la vivienda es menor cuanto mayor sea la altura de ésta. Es decir, los sótanos son las áreas más afectadas, seguidas de las plantas bajas. El riesgo de exposición es mayor en un primer piso que, por ejemplo, en un cuarto. Si una vivienda está construida sobre un suelo granítico, por lo tanto rico en uranio, si no se han tomado las medidas preventivas oportunas, puede introducirse silenciosamente en el hogar, siendo respirable. Esto es así porque el gas se filtra a través de las grietas, canalizaciones, penetrando incluso suelos y forjados de cemento. Las zonas de mayor riesgo son los sótanos y las plantas bajas, lugares donde se dan las concentraciones máximas de este gas, un gas cuya densidad es mayor que la del aire. Según estudios realizados por la Universidad de Santiago, entre un 3% y un 5% de las muertes por cáncer de pulmón en Galicia están relacionadas con este gas.
¿Cómo afecta el gas radón a la salud?
Existe una relación contrastada de causa / efecto entre la exposición a gas radón y el desarrollo de cáncer, especialmente cáncer de pulmón y, en menor medida, de esófago. De hecho, se considera al gas radón como el primer factor de riesgo de cáncer de pulmón entre la población no fumadora.
¿Cómo evitar el gas radón? Medidas preventivas
Dos elementos son fundamentales. Uno, la contención, es decir, adoptar medidas de barrera que aíslen la vivienda del suelo, y de esta forma evitar que penetre el gas en ella. Y dos, la ventilación, algo fundamental para reducir la concentración del gas en la atmósfera respirable en el interior del hogar. Una ventilación que debe comenzar por el sótano, en caso de que lo haya, y sea posible. Sin embargo, un forjado sanitario, diseñado para evitar que el gas penetre en la vivienda, es la opción más destacable, sobre todo para nuevas construcciones. De todas formas, son las autoridades sanitarias las que deben priorizar y determinar las medidas a tener en cuenta.
¿Cómo se detecta el gas radón?
La única forma de detectarlo es realizando una medición. El gas, al ser incoloro (no tiene color), inodoro (no huele), e insípido (sin sabor), no es apreciable en modo alguno. La unidad de medida para el gas radón es el becquerelio (Bq: unidad de medida para la actividad radiactiva), y se dice que, en aquellos núcleos de población donde al menos un 10% de las viviendas presentan concentraciones superiores al límite considerado como riesgo de exposición, fijado en 200 bq/m3, son zonas de alto riesgo. Mediciones por debajo de 100 bq/m3 son consideradas como seguras. Si bien es verdad que el gas desaparece por sí mismo en 3,8 días, el problema es que, en las zonas de alto riesgo, éste emana de forma constante. Dependiendo en la zona en la que vivas existe la posibilidad de realizar estudios con mayor o menor coste. En Galicia puedes contratar un servicio de medición con la Universidad de Santiago de Compostela: Laboratorio Radon de Galicia (USC). O, si lo prefieres, puedes comprar un medidor, un detector de gas radón para tu uso personal.
¿Dónde comprar un medidor de gas radón?
Aunque pueda parecer que un medidor o detector de este tipo sea algo extraño o difícil de encontrar, lo cierto es que puedes hacerte con él no solo en tiendas especializadas, sino también y como no, en Amazon. Aquí encontrarás algunos modelos digitales de distintos precios, entre los más recomendados tenemos estos dos:
Airthings Wave Smart Radon Detector
Información de interés: Código Técnico de la Edificación en España: Medidas correctoras destinadas a frenar la entrada de radón en los edificios (Universidad de Santiago de Compostela); Gas Radón, Wikipedia